Si hay algo que duele más que la ingratitud, es la incomprensión.
«Morimos incomprendidos», es una frase que suelen tener en la boca las mujeres y los escritores.
¡Oh, Dios, qué hiciste a este mundo hermoso! ¿Cuándo estarás dispuesto a recibir a tus santos?
Nos desdeñamos u odiamos porque no nos comprendemos, y no nos comprendemos, porque no tomamos el trabajo de estudiarnos.
La persona más fácil de ignorar es uno mismo.
Ser incomprendidos por los mismos seres que amamos representa el cáliz amargo de nuestra vida. Por ello los hombres superiores tienen sobre sus labios esa sonrisa dolorosa y triste que tanto nos maravilla.
Ser incomprendidos por los mismos seres que amamos representa el cáliz amargo de nuestra vida. Por ello los hombres superiores tienen sobre sus labios esa sonrisa dolorosa y triste que tanto nos maravilla.