Las personas inteligentes tienen un derecho sobre las ignorantes; el derecho a instruirlas.
El que no posee inteligencia se deja seducir, deslumbrar y que los otros se sirvan de él como de un instrumento. Solamente es libre y autónomo el que piensa.
El conocimiento no debe comenzar por la puerta falsa de la inteligencia, sino por la de los sentidos.
No hay cosa que haga más daño a una nación como que la gente astuta pase por la inteligente.
Cuando a la intención y a la fuerza se une la superioridad de la inteligencia, imposible es oponer resistencia alguna.
No deja de ser humillante para el hombre de más ingenio y cultura el pensar que no hay tonto que no pueda enseñarle alguna cosa.
La inteligencia es más rara de lo que se piensa.
Creer inteligente al que se sabe muchas cosas de memoria es como considerar sabio al que tiene en su casa un a gran biblioteca.
Existe entre el dolor y la inteligencia una relación tan íntima que los seres más inteligentes son los más aptos para el sufrimiento.