Nuestra misión no es la de pensar solamente, sino la de obrar.
Nuestras obras son a veces mejores que nuestros propósitos.
El que obra, no tiene nunca conciencia, sólo la tiene el que contempla.
Obrar sin orden es el más fatigoso y difícil oficio en este mundo.
Vivir es obrar; obrar es producir; producir es sacar de sí algo semejante a sí mismo.
Soberbia y refinada mediocridad es abstenerse de obrar por no exponerse a la crítica.
El reposo mata; sólo vive el que obra.
Obra como si la máxima de tu voluntad y de tu conducta fuese a ser declarada código universal para todos los seres.
Son pocos los que teniendo juicio, sean a la vez capaces de obrar. El juicio ensancha, pero paraliza; la acción anima, pero limita.