Cuando se ama, basta pensar en una perfección para verla en la persona amada.
La perfección no existe; comprenderla constituye un triunfo de la inteligencia humana; ambicionar su posesión representa la más peligrosa de las locuras.
El verdadero trabajo del arte no es una sombra de la divina perfección.
Si la perfección no fuese quimérica, no tendría tanto éxito.
La misma actividad debe ser repetida a intervalos e incrementada para llegar a la perfección.
Un hombre no puede tener en otro individuo una idea de la perfección si nunca la sintió en sí mismo.
La mayor perfección pierde por cotidiana y los hartazgos de ella enfadan la estimación y empalagan al precio.
Nadie puede ser perfectamente libre si no son libres todos; nadie será perfectamente moral, si todos no son morales; nadie puede ser perfectamente feliz, si la felicidad no alcanza a todos.
El perfeccionamiento individual se acrecienta en proporción geométrica. Cada nuevo paso adelante es un múltiplo de los procedentes.