Los pesimistas achican y entristecen la vida, pero no la comprenden.
Naturalmente sería ingenuo pensar que los hombres no pueden estar nunca a gusto con su suerte; siempre el mundo se dividirá entre una porción de optimistas y otra de pesimistas.
Nos empeñamos en crear males imaginarios, sabiendo que hemos de tropezar con tantos de verdad.
Las clasificaciones de los hombres pueden ser numerosas; sin embargo, hay una sencilla e importante: algunos nacen con un sí; otros con un no.
¿Puede recordar alguien aquellos tiempos en que no existían dificultades ni escaseaba el dinero?
La tristeza es un don del cielo; el pesimismo es una enfermedad del espíritu.
Pesimista es un hombre que piensa que todas las mujeres son malas. Y optimista es el que espera que sea cierto.
El pesimismo no consiste en estar cansado del mal, sino en estar cansado del bien.
Mi pesimismo no es sino una variedad del optimismo.