Por causas insignificantes la lengua promueve entre los hombres grandes disputas y por eso los prudentes no discuten con los amigos.
El prudente más teme al juicio de pocos sabios, que al de muchos ignorantes.
La prudencia de un hombre se conoce por su paciencia.
Lo más prudente que acaso hay, es hacerse a sí mismo su propio confidente.
Es la prudencia ciencia que mata los torpes deseos de la voluntad.
En la prosperidad modérate; en la adversidad resígnate y sé siempre prudente.
Sí se puede fiar el que es prudente, del sol de enero y de mujer ausente.
No puede existir un valor digno de alabanza si no va acompañado por la prudencia. Realmente, todo lo que entre los hombres carece de buen sentido, no puede ser más que maldad e injusticia.
Nosotros estamos en unas circunstancias en que la audacia es la verdadera prudencia.