La última desgracia del hombre es hacerse insensible por el hábito a los remordimientos.
¡No se debe ser cobarde ante los propios actos! ¡No se les debe desestimar a posteriori! El remordimiento es indecente.
El remordimiento es el huevo fatal que pone el placer.
También las buenas acciones tienen su remordimiento.
El remordimiento es el dolor del alma que el tiempo y la reflexión no dejan calmar jamás.
No basta arrepentirse del mal que se ha causado, sino del bien que se ha dejado de hacer.
Los remordimientos se adormecen en la prosperidad y se agudizan en los malos tiempos.
Los remordimientos suplen la justicia.
Los remordimientos se adormecen en la prosperidad y se agudizan en los malos tiempos.