El día que cada uno fuéramos un tirano para nosotros mismos, todos los hombres serían igualmente libres.
Son contados los hombres que de buena fe y con recta conciencia de su ciudadanía se sienten capaces de admitir con gusto un gobierno despótico.
Un tirano aborrecido teme más a sus vasallos; pero con menor número de funcionarios.
En los Estados despóticos, la tranquilidad no es la paz; recuerda el silencio de esas ciudades que el enemigo acaba de ocupar.
El poder absoluto es tiranía; quien le procura, procura su ruina.
La tiranía más insoportable es la tiranía de los subalternos.
Es muy hermoso ser moral; pero es una tiranía insoportable tratar de imponer su moral a los demás.
No ha habido ningún secreto: la dictadura la ejercí por voluntad de la nación.
Ningún gobierno tiene el derecho de oprimir al pueblo.