Yo no evoluciono: soy.
Yo soy lo que soy ante Dios y nada más.
¡Yo soy mi propia sombra…!
Releva el simple yo, la cualidad innata, abraza la naturaleza original, evita el egoísmo y suprime los deseos.
Los hombres se aman tanto a sí mismos que, si les conviene, mezclan cualquier cosa relativa a su miserable yo con la religión.
Yo soy yo: no puede ser pensamiento, sino sólo conocimiento.
Yo soy del hoy y del ayer, pero hay algo en mí que es el mañana y el día que sigue y el futuro.
Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo.
Yo soy mi prójimo.